Hoy: Luciano Lamberti
Es escritor y exponente del género de terror. Publicó novelas, libros de cuentos y poesía. Algunos de sus títulos son: Los campos magnéticos, La maestra rural, La masacre de Kruguer, Los abetos, San Francisco y Gente que habla dormida, entre otros.
Un libro que amabas en tu adolescencia
Había bastantes, porque en la adolescencia los libros no son solo literatura. En esa etapa, uno no busca simplemente una historia, sino también formas de vivir o cosas que lo ayuden a cuestionar o entender el mundo, que todavía es medio confuso. Recuerdo la lectura de Demian, de Hermann Hesse, que fue fuerte para mi formación; y Rayuela, de Julio Cortázar, porque sentía que Horacio Oliveira era mi héroe. También hay libros de Ray Bradbury o Stephen King, que me abrieron la cabeza en otro sentido. Lo mismo con Sobre héroes y tumbas, de Ernesto Sábato.
Un libro que releíste muchas veces
A medida que me pongo más viejo, me gusta más releer que leer. Releo mucho a Jorge Luis Borges, al punto de que me sé varias partes de memoria y lo uso en las fiestas para sacar tema de conversación. También podría mencionar La carretera, de Cormac McCarthy, El mundo según Garp, de John Irving, y todo J. D. Salinger, porque me gusta su prosa. Es uno de esos escritores que podrían ser tus amigos, que te entienden a un nivel extra-literario.
Supongo que releo estos libros porque me recuerdan qué era lo que buscaba cuando empecé a escribir. Además, para mí la relectura es fundamental para entender lo que el autor hace en términos técnicos. Uno es presa del libro cuando hace la primera lectura, pero con la segunda, ya sabe qué pasa y puede empezar a ver los mecanismos.

Un clásico
Depende de lo que entendamos por clásico. Para mí 2666, de Roberto Bolaño, es un clásico contemporáneo, por ejemplo. Es un libro gigante que cuando terminé, empecé a releer en el mismo día. Bolaño es otro escritor que releo mucho porque me gusta cómo suena y la poesía que hay en su prosa. De los clásicos tradicionales, me gusta mucho Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes; Madame Bovary, de Gustave Flaubert; Ana Karenina, de León Tolstói… También hay muchos que no tengo ganas de leer, como Marcel Proust.
Un libro que te gustaría haber escrito
Muchos. Cementerio de animales, de Stephen King, porque es un libro que en términos narrativos es perfecto. No afloja, da miedo real -lo cual para un escritor de terror es el sueño del pibe- y ya forma parte de la cultura popular. Toca una fibra que no todos los libros de terror tocan. También diría Nunca me abandones, de Kazuo Ishiguro, que es una historia de amor hermosa y con un uso del género que es alucinante.
Un libro para llorar
La única historia, de Julian Barnes, es un libro para llorar como princesa. O El loro de Flaubert, del mismo autor, que trabaja mucho con la nostalgia, el paso del tiempo y el envejecimiento. También El mundo según Garp, de John Irving: es un libro muy tierno, gracioso y a la vez tremendo.
Un libro que todos deberían leer
Yo no soy de obligar a la gente a leer. Vengo de una familia que no era para nada lectora. Había pocos libros en casa, y creo que gracias a eso yo me hice lector. No fui estimulado, y a lo mejor por esa misma rebeldía, iba a buscar esa cosa que estaba prohibida porque tenía que ver con la ausencia.
Yo trabajé en una librería y preguntaba mucho sobre el lector antes de recomendar un libro. Me parece que hay algunos libros iniciáticos que tienen una alta calidad y que no espantan a los lectores: best-sellers como El perfume, de Patrick Süskind. A mí me parece que hay muchos libros populares que están super bien escritos y mejor pensados que los libros “artísticos”. También se puede empezar con Crónicas marcianas, de Ray Bradbury, o alguna recopilación de Horacio Quiroga.
Un libro que te gustaría volver a leer por primera vez
Cien años de soledad o Crónica de una muerte anunciada, de Gabriel García Márquez. También Matadero cinco, de Kurt Vonnegut, que es un libro para reír y emocionarse.
Un libro que haya cambiado tu forma de pensar u opinión sobre algún tema
Muchos de los que leí en mi adolescencia, porque me daban cierta libertad de sentir que podía ser un freak y que eso estaba bien. No era que había que pensar lo mismo que todos o sentir igual que todos. Y después, cuando estaba en la facu, a los veintipico, con mis amigos empezamos a leer a los porteños (César Aira, Washington Cucurto, Fabián Casas) y para mí eso, como escritor, fue una gran liberación, porque yo venía con la idea de una escritura más densa, intelectual y pesada. Y esto era muy fresco y auténtico: fue un aprendizaje. Internet cambió todo, gracias a los blogs. Antes de eso, el escritor del Interior era una especie de campesino que publicaba en su provincia y era leído solo por la gente más cercana.

Un autor argentino
Me siento tentado de mencionar a Esteban Echeverría o Domingo Faustino Sarmiento, estos escritores que eran políticos súper estudiados, y hacían política a partir de la ficción. Hoy es impensable que un político escriba un libro que esté buenísimo y cambie la historia de la literatura, pero en esa época había otra relación con lo académico. Por otro lado, me gusta mucho Respiración artificial, de Ricardo Piglia y su crítica, como Las tres vanguardias. También hay algunos contemporáneos que me encantan, como Ricardo Romero, Diego Muzzio, Tomás Downey, Martín Cristal, Santiago Craig… más allá de los obvios como Samanta Schweblin o Mariana Enríquez.
Un autor que debería ganar el premio Nobel de Literatura
Ninguno que esté bueno, porque lo va a arruinar. Pienso en Stephen King, pero si gana el Nobel, no creo que vuelva a publicar un libro como la gente. Durante muchos años, lo menospreciaban porque era un escritor de fantástico. Recién ahora empezó a ser visto como lo que es: una especie de figura mundial del pop. El tipo instaló monstruos contemporáneos, como el payaso de It. Podemos hacer chistes con personas que ni siquiera leyeron el libro, pero saben quién es Pennywise. Pero no creo que el Nobel sea garantía de calidad.
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