Hoy: Santiago Craig
Es escritor y autor de la novela Castillos y de libros de cuentos como como Las Tormentas, 27 maneras de enamorarse y Animales, entre otros.
Un libro que amabas en tu adolescencia
El origen de la tragedia, de Friedrich Nietzsche. Creo que fue el primer libro que me compré yo mismo. Estaba metido con la mitología griega y me llamó la atención, aunque no sabía quién era Nietzsche. Es un libro que habla de los dos mundos o visiones de la vida o el arte: lo apolíneo y lo dionisíaco; una forma más armónica y otra más caótica.
Yo no entendía mucho, pero me di cuenta de que con un libro podía tener una especie de amigo inteligente porque el libro te trataba de igual a igual, te hablaba como si lo entendieras. Yo sentía que era amigo de Nietzsche. Para alguien de 16 años, que un tipo tan demente y con ideas tan revolucionarias le hablara a través de un libro era genial. Después me copé con Nietzsche y empecé a leer otras cosas de él, y al final este no fue el que más me gustó, pero sí me abrió todo un mundo de lecturas.
Un libro que releíste muchas veces
Una temporada en el infierno, de Arthur Rimbaud. Es poesía en prosa y también una especie de crónica de algunos aspectos de su vida. Rimbaud dejó de escribir muy joven y no tiene mucho publicado, pero yo estaba enamorado, era mi ídolo. En esa época, todos tenían remeras con la cara de Kurt Cobain y yo usaba remeras con la cara de Rimbaud, literalmente. Tenía su poster en mi habitación. Así como uno escucha un disco hasta gastarlo, yo hice lo mismo con ese libro durante mi primera juventud. Y después lo seguí leyendo. Cada vez que lo abro, de adentro sale un fuego, una luz: hay algo ahí que está guardado y que no se apaga.

Un clásico
Elegí El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Apunta hacia una parte muy abstracta y oscura del ser humano, pero a la vez cuenta una historia (en la que entran muchas historias), te lleva para adelante. Es una obra maestra porque captura un movimiento hacia adelante y también hacia adentro. Avanza dejando un surco de profundidad en cada cosa que pasa: ese libro es un viaje.
Pero también podría haber nombrado Moby-Dick, de Herman Melville; Madame Bovary, de Gustave Flaubert; cualquiera de Fiódor Dostoyevski, Franz Kafka, Jane Austen, Charles Dickens… Me gusta leer clásicos.
Un libro que te gustaría haber escrito
Un cuento de Franz Kafka que se llama Las preocupaciones de un padre de familia. Captura algo que es muy preciso y a la vez imposible de precisar: un miedo o una duda con la que uno vive siempre. El relato trata sobre un tipo que encuentra en su casa una forma extraña que no se termina de definir bien qué es: está entre las pelusas, los botones o una especie de pequeño monstruito en su escalera. Lo único que dice es que se llama Odradek. El monstruito no hace nada, pero la preocupación de este padre de familia consiste justamente en saber que eso está ahí, que a lo mejor estaba antes que él y seguirá ahí después de él. A mí me parece genial y me habría gustado escribirlo porque siento que Kafka encontró cierta revelación o epifanía de algo, como cuando tocás el borde de la verdad. Siento que ese cuento roza eso, el borde de algo que es cierto.
Un libro para llorar
Yo no lloro con los libros, pero a propósito: los dejo antes, sobre todo los que están orientados a eso. Me espanta el regodeo de lo dramático. Los libros que empiezan diciendo: “Esta es la historia de mi tratamiento de cáncer mientras se moría mi hijo”… Como testimonio me parece espectacular, pero yo no tengo ganas de leer esas cosas. Si en una librería hubiera un lugar que dijera “libros para llorar”, yo pasaría de largo. Sí hay libros que me emocionan y conmueven, como por ejemplo Mi madre, de Richard Ford, que es precioso.
Un libro que todos deberían leer
Un libro que está editado en varios tomos, que son las tiras de Peanuts, de Charles M. Schulz. Para mí es una obra maestra perfecta porque muestra un mundo que él armó a mano a partir de dedicar 50 años de su vida a hacer todos los días una tira en el diario. Los personajes de Snoopy terminaron siendo buzos, vasos y muñecos. Para mí es un lugar al que volver siempre. Además, tiene algo ambiguo, porque hay cierta melancolía, pero a la vez es tierno, gracioso e inteligente. Siento que es muy difícil hacer algo así y lo considero literatura pura.
Un libro que te gustaría volver a leer por primera vez
Trópico de Cáncer, de Henry Miller. Leí toda su obra en un período de uno o dos años, mientras estaba en la facultad, pero este libro en particular era uno que te cargaba de vida, te daba hambre, ganas de correr, era como un complejo vitamínico. Me gustaría poder vivir esa sensación de nuevo. Además, sus textos en general son muy autobiográficos, pero también inventados. Uno se siente con él en su patetismo, en sus ganas y su miseria. Es una literatura muy sincera, en la que él muestra costados de sí mismo que no están buenos. Muestra momentos de tontería, de desesperación y otros de lucidez.
Un libro que haya cambiado tu forma de pensar u opinión sobre algún tema
El desprecio, de Alberto Moravia. También hay una película muy buena de Jean-Luc Godard basada en ese libro. A mí me redireccionó la mirada acerca de los vínculos y la incomprensión que se da en el diálogo. Creo que me dio herramientas mentales para aprender a esperar, escuchar, tener paciencia y tratar de considerar a los otros. El libro se basa en el equívoco, pero uno como lector se da cuenta de que a los personajes les alcanzaría con escucharse para que funcionara. Y eso desespera y da ganas de gritarle al libro. Me hizo ver que no siempre lo que uno dice se entiende, y a veces se generan resentimientos y tragedias solo por no escuchar, no decir o no saber encontrarse.
Un autor argentino
Julio Cortázar, porque era un ídolo. Lo sigo leyendo y me sigue pareciendo genial. Es ese tipo de cosas que uno cree que ya leyó y puede pasar de página, pero en realidad no tanto. Sobre todo los cuentos: hay algunos que para mí son perfectos. Además, inventó un mundo y tiene una mirada que es como un puente entre la vida plana y cotidiana y la vida con otros niveles y pliegues de la imaginación. Es una puerta de entrada a sumar a la vida una dimensión más que tiene que ver con lo fantástico y lo literario.
Un autor que debería ganar el premio Nobel de Literatura
A mí me gusta mucho un autor portugués que se llama António Lobo Antunes y creo que debería ganar el Nobel porque escribe mejor que todos los demás. Ese sería mi argumento. Es un genio total, hace un tratamiento del lenguaje que me parece único.
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