Hoy: Tomás Downey
Es escritor, guionista y traductor. Publicó los libros de cuentos Acá el tiempo es otra cosa, El lugar donde mueren los pájaros y Flores que se abren de noche. Tradujo libros como Un hombre con suerte (Jamel Brinkley), Deberías venir conmigo ahora (John M. Harrison) y Ellos (Kay Dick), entre otros.
Un libro que amabas en tu adolescencia
El primero que me viene a la mente es Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. A los 15 ó 16 años lo releí muchas veces y me fascinaba. Es una novela a la que siempre tengo ganas de volver: cada tanto quiero reelerla para ver qué me pasa porque hace 20 años que no la leo. Pero no me animo, tengo miedo de que se rompa el hechizo.
También pienso en Hermann Hesse. Son lecturas de la adolescencia que te hablan muy directamente a esa edad porque uno está más en carne viva, y no sé si hoy se sostendrían. De este autor recuerdo en particular El lobo estepario. Esta cosa de la dualidad del personaje que después se abre como una especie de crisol es una revelación: fue un shock comprender la multiplicidad de identidades que se puede contener.
Un libro que releíste muchas veces
Plop, de Rafael Pinedo. Es una distopía argentina publicada hace 20 años. El autor murió muy joven, lamentablemente, y esto fue lo único que llegó a publicar. Después salieron un par de libros póstumos: Frío y Subte. Plop es una novela que me encanta: es cruda, violenta y muy diferente a otras cosas que leí acá hasta el momento. Es un libro al que cada tanto vuelvo porque creo que tiene una lección de economía narrativa y me ayuda a ir al grano.
Un clásico
El primero que me viene a la cabeza es Moby Dick, de Herman Melville. También siempre pienso en releerlo, pero es un libro de un volumen importante. Recuerdo que en su momento lo leí con mucha fluidez y me sorprende que a la gente en general le aburre (aunque me ha pasado a mí con otras novelas que a otras personas les fascinan).
Me parece que Moby Dick logra el equilibrio perfecto porque tiene, por un lado, una narración súper material de la cuestión: la vida en el barco y la caza de ballenas está muy bien contada, tiene mucho detalle y está muy cargada de verosímil. Y por otro lado, todo está cargado de símbolos y tiene una significancia latiendo por debajo, pero eso no interfiere con la lectura más literal de una novela de aventuras.
Un libro que te gustaría haber escrito
Varios, pero diría Siempre hemos vivido en el castillo, de Shirley Jackson. Es una novelita muy breve y para mí, redonda y perfecta. Tiene una revelación final que está muy bien planteada desde el principio. Y yo creo que la revelación ideal no es una en la que el lector dice “no me lo esperaba”, sino aquella en la que dice “lo sabía, pero no me había dado cuenta”.
Un libro para llorar
No soy muy de llorar. La única vez que lloré con un libro fue con Soy leyenda, de Richard Matheson. Me imagino que no es una respuesta muy común… pero el momento en que se le muere el perro (perdón por el spoiler) es el único por el que recuerdo haber llorado con un libro.
En cuanto a libros conmovedores, puedo mencionar El nadador en el mar secreto, de William Kotzwinkle. Es una novela muy cortita, casi un cuento largo, que narra el nacimiento del bebé de una pareja, que nace muerto. Cuenta la ida al hospital, el regreso y el momento en el que el padre entierra al niño en el bosque donde viven. Casi sin adjetivar y sin ahondar en él, el dolor atraviesa todo lo que sucede y está narrado con muchísima altura y temple. Es muy conmovedora.
Un libro que todos deberían leer
Podría decir Claus y Lucas, de Agota Kristof, que de hecho es un libro que todos están leyendo últimamente. Pero es por algo: funciona muy bien. Maneja una economía narrativa envidiable y tiene la particularidad de que Kristof lo escribió en francés sin saber demasiado francés. El estilo llano del libro se relaciona con eso, que yo creo que le jugó a favor. Cuando uno está escribiendo, hay que hacer de la necesidad una virtud; jugar con las propias limitaciones y encontrar el estilo.
Además, me parece una gran novela. Me encantan estas historias que están divididas en partes y donde cada una de esas partes viene a relativizar de alguna manera la anterior. Creo que está muy bien pensado el concepto de ficción ahí: qué es real, qué no, si eso importa. Hay algo que se va reconstruyendo constantemente y como lector te obliga a estar recalibrando. Me parece una experiencia de lectura fascinante.
Un libro que te gustaría volver a leer por primera vez
Diría Gracias, de Pablo Katchadjian. Es un libro que me sorprendió muchísimo cuando lo leí. Es muy divertido e inteligente: tiene una concepción de la literatura muy descontracturada y libre. Es entretenido y gracioso y construye un tono muy propio que parece no salir de ningún lado; no se me ocurren otras referencias similares en la literatura contemporánea argentina. A mí me ayudó a pensar un montón de cosas desde un lugar menos solemne.
Un libro que haya cambiado tu forma de pensar u opinión sobre algún tema
Debe haber varios, pero el más concreto es un manualcito de autoayuda bastante malo que me sirvió para dejar de fumar. Lo leí en inglés, que era algo así como Easy Way To Stop Smoking. Es una tontería porque repite una y otra vez las mismas obviedades, pero de repente terminás el libro y decís: “Sí, ya está, tengo que dejar”. Recuerdo un concepto muy básico que era que uno fuma un cigarrillo y cree que se saca las ganas de hacerlo, pero en realidad lo único que genera fumar un cigarrillo es darte más ganas de fumar el próximo. Cuando eso me entró en la cabeza, dejé.
Un autor argentino
Diría C.E. Feiling. Como Pinedo, murió muy joven y perfilaba una obra súper interesante. En su caso, era súper erudito y llegó a publicar tres novelas, un libro de poemas y un montón de columnas y ensayos que están reunidos en un libro que se llama Con toda intención. Tenía un proyecto muy interesante, que era escribir novelas de distintos géneros. Llegó a publicar una novela de terror, El mal menor, que es una de mis favoritas; Un poeta nacional, que es una novela de aventuras; El agua electrizada, que es un policial; un libro de poemas; y le quedó inconcluso un fantasy.
Un autor que debería ganar el premio Nobel de Literatura
Voy a decir César Aira, que es nuestro único candidato. Me parece que sería un buen Nobel, divertido y diferente a otros que son más políticos que literarios.
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