Hoy: Pablo Forcinito
Es escritor y publicó las novelas La misa de los suicidas, La misa de los suicidas 2 y Trilogía de Paraná, compuesta por En tu mundo raro y por ti aprendí, Paraná y La orilla de los encantados.
Un libro que amabas en tu adolescencia
El personaje al que amé profundamente en mi adolescencia es a Raskolnikov, de Crimen y castigo, de Fiódor Dostoyevski. Me tuvo embrujado ese protagonista, que hoy sé que marida muy bien con el espíritu adolescente por ese fondo existencialista que tiene y por su arrogancia y deseo de un futuro de grandeza.
Un libro que releíste muchas veces
Mi favorito de Adolfo Bioy Casares: El sueño de los héroes. Es un libro al que vuelvo porque me gusta mucho cómo el autor les da vida a los personajes, cómo los hace relacionarse, cómo aborda esa Buenos Aires de los años 20, ese mundo de pensiones… Me interesa la cuestión de la magia también, el tema metafísico en la literatura argentina, que es recurrente. Leopoldo Marechal lo hace de un modo más tremendista, y Bioy de una manera más querible. Es el autor que de golpe puede hacer decir a un personaje cosas como que “hacía tanto calor que sudaban los chicharrones”. Y además tiene algo que me hace sentir una milonga y la voz de Edmundo Rivero narrando esos ambientes.
Un clásico
El gran clásico de los clásicos: Eneida, de Virgilio. Jorge Luis Borges dijo que Virgilio pensó escribir una obra maestra y su excepcionalidad fue escribir una obra maestra, cuando es muy difícil plantearse hacer algo así y lograrlo. Esa epopeya reescribe la Ilíada y la Odisea y nos hace soñar quizás como a los propios romanos en aquel entonces, en ese origen mítico del Imperio Romano. Esa es una ventaja que tenían los hombres en ese momento, de que historia y literatura estuvieran mezcladas y pudieran llegar a creerse ese origen. Es algo envidiable.
Un libro que te gustaría haber escrito
No tengo ese pensamiento cuando leo, pero yo empecé escribiendo poesía y, con el correr de los poemas que iba escribiendo, naufragué en ese intento. Como tengo vedado ese don, tal vez diría algún libro de Héctor Viel Temperley, como El nadador o Crawl. Me encanta esa poesía mística que él tenía, muy particular. También me habría gustado tener sus pectorales.
Un libro para llorar
Yo nunca lloré en mi vida, pero si fuese una persona sensible, creo que podría llorar con Espejo roto, de Mercè Rodoreda. Es una novela referente de la novela de Barcelona. Así como hay autores que en el siglo XIX escribieron para el lector del siglo XX -tengo esa sensación por ejemplo con Fiódor Dostoyevski-, creo que esta novela del siglo XX podría estar escrita para lectores del siglo XIX. Se cuenta la historia de una familia a lo largo de las décadas y tiene esos grandes temas del siglo XIX: el adulterio, el fratricidio y el incesto, todo contado con una luz muy propia de Barcelona. Tiene este contrapunto donde pueden convivir la alta burguesía y los sectores más populares y unos necesitan de los otros. Es novela muy conmovedora y austera.
Un libro que todos deberían leer
Yo creo que los clásicos (la Ilíada y la Odisea, de Homero) y los libros como el Tanaj, el Antiguo Testamento, los Evangelios. Son grandes historias. Y no es lo mismo leer Los hermanos Karamazov, de Fiódor Dostoyevski, sin haber leído el Libro de Job. Hay una referencialidad a la literatura clásica en esas grandes obras que conviene tener en cuenta.

Un libro que te gustaría volver a leer por primera vez
Nada, de Carmen Laforet. Cuando leí por primera vez esa novela, me impactó mucho. También puedo mencionar el extrañamiento que me produjo Niebla, de Miguel de Unamuno, con esa cuestión metaliteraria que tiene. Y me encantaría volver a leer por primera vez a Stephen King y amarlo nuevamente.
Un libro que haya cambiado tu forma de pensar u opinión sobre algún tema
Niebla, de Miguel de Unamuno, fue el primer libro que me provocó ese impacto de lo metaliterario, de la literatura reflexionando en sí misma sobre los límites de la ficción. En esta novela, el protagonista se cruza con Unamuno y él le dice: “Usted es un personaje ficticio que yo inventé”. Y a su vez el protagonista le retruca: “Mire que usted también puede ser la creación de otro ente superior”. Ahora pienso que tal vez en Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain, también pasa algo similar. Y estas experiencias me hicieron cambiar la manera de leer.

Un autor argentino
Adolfo Bioy Casares, porque (aunque tengamos a otros como Manuel Pui, Roberto Arlt o Leopoldo Marechal) Bioy tiene ese punto que me conmueve y me hace soñar.
Un autor que debería ganar el premio Nobel de Literatura
Es casi una obviedad a esta altura, pero Stephen King. Que no le hayan dado el premio es muy raro. Es el autor más transversal de la historia de la literatura y está muy integrado a generaciones en cuanto a su educación sentimental. Yo creo que no se lo dan porque es un autor muy popular y seguramente la Academia, aunque diga que no, sigue mirando de costado a esos escritores, como si fueran máquinas de fabricar hamburguesas. No lo son. Stephen King se animó a escribir grandes historias.
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