Hoy: Inés Garland
Es escritora, traductora y periodista. Escribió novelas, cuentos y libros juveniles y tradujo a autoras como Lorrie Moore, Lydia Davis, Sharon Olds y Mavis Gallant. Algunos de sus libros publicados son Piedra, papel o tijera, Una reina perfecta, La arquitectura del océano y Con la espada de mi boca, entre otros.
Un libro que amabas en tu adolescencia
Muchos. A los 16 años, empecé un taller literario donde la profesora nos mostraba todos los libros del boom latinoamericano. De ahí, elegí Bestiario, de Julio Cortázar, porque creo que el tema de la identidad era muy fuerte para mí en ese momento. Todos mis cuentos eran sobre personas que se convertían en otras por la cercanía que tenían; y en Bestiario hay bastante de esa cosa inquietante y fantástica.
A la vez, yo leía mucho en inglés, y un libro que me mató fue El amante de Lady Chatterley, de D. H. Lawrence. Fue la primera vez que leí sexualidad, y de esa manera tan explícita. Me partió la cabeza. Otro escritor que me encantaba era uno que me dio mi papá, que no leía mucho, pero le gustaba James Baldwin, un norteamericano que escribe sobre los negros y el racismo. Y por último, me gustaba una autora que ahora tildaron de extrema derecha, que es Ayn Rand.

Un libro que releíste muchas veces
Todos los que traduje, obvio, y especialmente los poemas de La materia de este mundo y La habitación sin barrer, de Sharon Olds. También los cuentos de Mavis Gallant. Y hay algunos cuentos que leí miles de veces, como Carta a una señorita en París o Cefalea, de Julio Cortázar. Tengo muy mala memoria, así que cada vez que tengo que escribir sobre algo o dar una charla, me siento a releer.
Un clásico
Elegí dos recontra clásicos: La Ilíada, que es muy linda para leer en voz alta; y Las mil y una noches, que tiene una belleza increíble, es erótico, poético y adictivo. No puedo creer que haya gente que no los lea.
Un libro que te gustaría haber escrito
Los galgos, los galgos, de Sara Gallardo, porque me gusta mucho cómo escribe ella. Tiene un universo que conozco, pero su manera de mirar a los personajes -a los perros, al campo, a esa sociedad- me fascina. Escribe con una libertad increíble. También mencionaría Apegos feroces, de Vivian Gornick, porque su mirada me es muy afín.
Un libro para llorar
Kaddish por el hijo no nacido, de Imre Kertész, que es sobre el holocausto. Es tremendo, hermoso y muy triste. También hay una memoria de Tove Ditlevsen que se llama Trilogía de Copenhague y me conmovió por muchos lugares.
Un libro que todos deberían leer
Esto me cuesta mucho porque estoy convencida de que uno tiene que leer lo que le toca. Elegí Una vez en Europa, de John Berger, porque me parece un libro que todos podrían leer, aunque no sé si deberían. Es sobre unos campesinos en los Alpes, y vos decís: ¿por qué ese es un libro que debería leer todo el mundo? Yo creo que por cómo escribe él. Por ejemplo, dice que la cabeza de su madre cuando ella está muy enferma y él la acomoda en la cama pesa como una lechuga. Tiene ese tipo de imágenes muy claras, y a la vez mucha poesía. Es todo un universo. Y por otro lado, un libro que regalo mucho es Apegos feroces, de Vivian Gornick.
Un libro que te gustaría volver a leer por primera vez
Léxico familiar, de Natalia Ginzburg, porque me produjo mucho placer y asombro.
Un libro que haya cambiado tu forma de pensar u opinión sobre algún tema
Vuelvo con James Baldwin. Tiene una novela que se llama El cuarto de Giovanni y habla sobre una relación homosexual. Cuando yo tenía 15 años, en los 70, ese no era un tema que estuviera dando vueltas, y el libro me pareció de una belleza increíble, de una inmensa compasión y una gran furia a la vez. Me abrió los ojos a un universo de sentimientos e imposibilidades y cerrazón mental de otra gente.
En relación a la escritura, yo muchas veces digo que leer te hace decir “Ah, esto también se puede”, y cuando escribís, mucho más. En este sentido, tal vez Annie Ernaux es una de las últimas que más me llamó la atención. Junto con Sharon Olds, me gusta mucho la forma descarnada en la que hablan sobre la intimidad y la implacabilidad con la que tratan cosas que a todos nos dan vergüenza. Yo tengo esa tendencia y me sentí hermanada. Antes que ellas, diría que Juan Rulfo, Sylvia Plath, Juan José Morosoli, Felisberto Hernández y muchos otros cambiaron mi manera de pensar en cuáles eran los temas que se podían tratar en la literatura.

Un autor argentino
Sara Gallardo, Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo, Jorge Luis Borges, Antonio Di Benedetto… Y contemporáneos me gustan mucho Mercedes Araujo y Julián López, entre muchos otros.
Un autor que debería ganar el premio Nobel de Literatura
Me parece que Borges se lo debería haber ganado, porque es muy único. Y ahora, yo se lo daría a Sharon Olds, porque la amo e hizo una diferencia en la manera de hablar de muchas cosas en su poesía, pero me sacarían carpiendo… aunque no sé, porque lo ganó Louise Glück y me parece alucinante lo que hace.
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