Hoy: Clara Obligado
Es escritora, editora y docente. Nació en Buenos Aires, pero vive en España desde 1976. Publicó novelas, libros de cuentos y ensayos. Algunos de sus libros son Todo lo que crece, El libro de los viajes equivocados, Las otras vidas y La hija de Marx, entre muchos otros.
Un libro que amabas en tu adolescencia
Yo empecé a estudiar latín y griego de chica, a los diez años, y si tuviera que elegir un libro que me impactó en ese momento, sería Antígona, de Sófocles. Suena rarísimo, pero fue la primera tragedia que leí.
Un libro que releíste muchas veces
Antígona, de Sófocles (risas). Lo doy en taller muchísimas veces y cada vez que lo vemos en clase se monta un debate distinto e igualmente interesante. Es de esos libros que no tienen fondo y por eso son clásicos. Podemos seguir discutiendo qué es la justicia, qué es la venganza, qué es la violencia… Son temas que todavía nos tocan, a mí me siguen interpelando.
Lo elijo por sobre el resto de las obras de Sófocles quizás porque es sobre una mujer, una chica con la que me identifiqué cuando la leí por primera vez. Pero cada vez que la leo, le doy una solución diferente. A mí Antígona me parecía la heroína de las heroínas, y en este momento me parece más heroína Ismene, la hermana, que es más prudente. Antígona es una heroína muy juvenil, mientras que Ismene es una constructora de democracias.
También leo muchos libros sobre Antígona, como La tumba de Antígona, de María Zambrano, o Antígonas: La travesía de un mito universal para la historia de Occidente, de George Steiner.
Un clásico
Para mí, un libro muy importante fue La Odisea, el primer libro de viajes que leí. Sigue diciéndome cosas que no me había dicho de entrada. Y me parece muy divertido, además. La Ilíada, que también la leí de chica, me aburrió bastante. No voy a decir que es un mal libro porque sería una burrada, pero es un libro sobre la guerra, y ese es un tema que me interesa menos que el viaje.
Un libro que te gustaría haber escrito
Cualquier libro de Alice Munro. En realidad, yo quisiera ser Alice Munro: me gustaría reencarnar en ella con 80 años, en la gran escritora que es ahora (aunque me parezco poquísimo a ella, no soy nada puritana ni vengo de su cultura).
Hay un cuento de ella, El amor de una mujer generosa, que es de los mejores que he leído en mi vida. A partir de un guión (el signo de puntuación), se puede interpretar una cosa o la contraria. Me parece fascinante la amplitud de Munro para contarnos algo tan cotidiano y que eso se convierta en una búsqueda filosófica y en una cuestión no cerrada. Tiene una capacidad increíble para escribir como si hubiera roto un vaso, de decir cosas sencillas y al mismo tiempo metafísicas.
También recomiendo mucho un libro suyo que se llama Escapada. Los primeros libros de Munro son, para mí, los más poderosos. Lo que escribe de mayor me parece menos interesante. Cuando ella está en la mitad del camino, es una narradora impresionante.
Un libro para llorar
Cualquier libro mal escrito y más si se vende mucho. Me dan ganas de llorar cuando pienso “¿cómo se publicó este bodrio?”. Los libros de Arturo Pérez-Reverte, por ejemplo, me producen esta sensación. Reconozco que es una literatura popular. Si se quedara en eso, sería un autor decente; pero como pretende ser alta literatura, me dan ganas de llorar en serio. Son novelas de moda, aburridas y todas iguales.
De todas formas, a mí me gusta mucho la literatura popular. Me encanta Agatha Christie, por ejemplo, que la podríamos comparar en algún nivel, pero ella sabe muy bien qué está haciendo, entonces no está en la Academia, no es presuntuosa… Hace algunos grandes descubrimientos literarios, pero con el sano objetivo de divertir.
Un libro que todos deberían leer
No creo que haya uno que todos deberían leer porque pienso que la literatura es amplia y ajena, y también es propia, de a ratos. Pensando en mí misma, en cada etapa de mi vida he leído cosas muy distintas. No sé si la palabra deber se liga mucho con la lectura: la lectura es un hecho placentero. Ahora bien, creo que leer te da una vida mejor. Yo recomiendo en general tener un librero de confianza, que sea buen lector y que te conozca, como un psicólogo modelo librero.

Un libro que te gustaría volver a leer por primera vez
Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes. También lo leí en el colegio a los 11 años y recuerdo que cuando lo terminé, lloré a mares. Y cada vez que lo leo, lloro a mares. Cuando la gente me dice: “No leí el Quijote”, yo digo: “Qué suerte que tenés, porque podés leerlo por primera vez”. Creo que es una lectura con dificultad, como todas las grandes lecturas -porque la lectura no tiene por qué ser un hecho fácil-. Es compleja, pero uno tiene que pasar por encima las dificultades y avanzar, porque te cambia la manera de ver el mundo. A mí me dio la conciencia del drama del idealismo, y eso me parece algo muy interesante y duro de entender.
Un libro que haya cambiado tu forma de pensar u opinión sobre algún tema
Todos los libros buenos cambian mi forma de pensar u opinión. Incluso podría decir que un libro de divertimento, como los de Agatha Christie, a su manera cambia mi manera de pensar, porque me muestra un mundo que yo desconozco, me plantea un enigma y me divierte, me hace pasar el rato. Y todo eso también cambia mi vida. No todo es alta literatura, pero las cosas sí tienen que ser honestas.
Un autor argentino
Jorge Luis Borges, sin ninguna duda. La escritora que soy es hija de Borges, de alguna manera. Lo tuve en la facultad y la verdad es que no lo amaba locamente, pero con el tiempo lo fui leyendo y me parece un escritor… excepcional no lo define, él está por encima. Es único, y aunque no me parezco en nada a él, yo creo que es el escritor que manipula las palabras con mayor maestría. Leerlo es aprender a adjetivar, a subordinar, a usar el sujeto... Cuando estoy perdida en mi escritura, voy a Borges para saber cómo se usa la retórica o qué pausa poner en una oración. A mí eso me produce fascinación.
Por otro lado, una cosa es leerlo y otra es escucharlo. Borges es muy divertido en los grandes momentos, pero cuando daba clase, la mitad del tiempo hablaba en anglosajón. Yo tenía 23 años y estaba metida en cambiar el mundo, y él no me parecía muy apasionante. Pero así y todo, no era tan tarada como para no darme cuenta de que ahí pasaba algo importante. Era una persona que te podía matar de aburrimiento por un lado, pero que de pronto tenía una manera de leer increíble. Él no leía lo que había que leer: daba por hecho que ibas a leer a William Shakespeare si estudiabas Literatura. Pero también te daba para leer a Christopher Marlowe. No pontificaba, era un entusiasta. Se veía que la literatura era su vida, y eso es lo que de verdad me dejó.
Un autor que debería ganar el premio Nobel de Literatura
Todos los años voto por la misma: Joyce Carol Oates. Ella es una autora norteamericana que ha escrito muchísimas obras. Diría que no es tan sofisticada, pero es buenísima y tiene una variación de registros impresionante: hace literatura gótica, literatura de divertimento, literatura comprometida… Creo que lo merece por su capacidad de investigar, de divertirnos, de conmovernos, de hacer libros de 500 páginas o novelitas de 35. Y también recomendaría a una segunda autora en camino al Nobel (porque es demasiado joven en este momento): Sara Stridsberg. Es una escritora sueca que estuvo en el comité del Nobel y lo dejó por los temas de acoso que hubo.
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